Memes en quechua o tweets en zapoteco para lectores que esperan leerlos desde otro lugar del mundo: como éstos, en América Latina existen cientos de proyectos que utilizan la tecnología para proteger a los idiomas indígenas del olvido y la marginación, y defender el derecho a hablar en la lengua propia.

 

Es de madrugada en Pampallacta, en la región de Apurímac, al sur de Perú. La casa de Marisol está oscura pero ella abre los ojos y no quiere volver a cerrarlos. Todavía faltan unas horas para tener que levantarse, pero en la cocina oye las voces bajas y cuidadosas de su mamá y su papá. Marisol se queda quieta y escucha: lo que le llama la atención no es el contenido de la conversación, lo que importa es el cómo. Están hablando en quechua, esa lengua que a las 6 o 7 de la mañana dejarán de usar, harán que la olvidaron, la taparán con un sólido español que quieren que sus hijas e hijos incorporen porque tienen que educarse, porque tienen que progresar, porque no tienen que sufrir lo que su mamá sufrió cuando fue a la capital. Marisol habla un perfecto castellano pero a la madrugada, cuando escucha el cuchicheo que sale de la cocina, reconoce el quechua y se siente plena.

***

Veinte años después Marisol Mena trabaja para que el quechua no quede en las cocinas ni en las horas de la noche sino que sea utilizado en todo ámbito y los hablantes puedan ejercer el derecho a comunicarse en su lengua materna. Esa pasión la llevó a formarse en educación intercultural bilingüe y también a crear Quechua Memes, una de las numerosas iniciativas de América Latina que buscan promocionar y revitalizar las lenguas indígenas a través de Internet.

El quechua es uno de los 420 idiomas originarios que existen en América Latina y, aunque la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas incluye el derecho a hablar en la lengua materna, en 2009 un 26 por ciento de ellas estaban en riesgo de desparecer, según se informó en el Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina publicado por UNICEF. En el mundo, la mitad de las 6700 lenguas indígenas que existen están en peligro de extinción.

***

Marisol nació en Pampallacta y a los tres meses se mudó con su madre a la ciudad de Lima. “Yo creo que los niños sienten la tristeza, el lloriqueo de las mamás. Cuando fui consciente le pregunté a mi madre por qué tenía ese sentimiento tan fuerte ¿no? Entonces me cuenta que tuvo mucha discriminación en Lima porque ella era ambulante y me llevaba en sus espaldas”. A los 5 años volvió a su pueblo con su mamá que ahora cargaba con la preocupación y decisión de que su hija hablara castellano. “Eso estaba metido hasta no sé, hasta en los sesos para mí. Esa era su preocupación, en otras palabras ella decía: no quiero que sufras como yo”. La mirada que Marisol recibió de sus padres sobre su lengua se repite en miles de historias. “Hay una mentalidad que se ha tenido o se tiene ahora en algunas partes de nuestro Perú, en los pueblitos, sobre que la mejor opción para poder desarrollarse o para triunfar en la vida es el castellano o algo que es algo extranjero, distinto a su cultura.”

Pero Marisol desde pequeña decidió que quería dominar las dos lenguas. En la escuela y el pueblo hablaba castellano, pero tenía su espacio reservado para el quechua cuando salía a pastorear el ganado de la familia. “Agarraba mi palito y empezaba a hablar y hacía que los árboles eran mi público. Entonces hablaba o cantaba, era libre, era mi mundo, donde yo podía expresarme libremente”.

A los 18 años comenzó a hacer radio en español pero poco a poco incorporó palabras en quechua, hasta que el programa cambió de lengua. “Ahí es donde yo ya me empodero y digo: voy a salir, voy a hablar de esto, voy a ser lo que soy ¿no?”.

***

En 2013 Marisol comenzó una página de Facebook llamada Sentimiento Quechua con poemas y frases en su lengua. Pensando en una forma de llegar a los más jóvenes se le ocurrió Quechua Memes, iniciativa que inició en 2015 y lleva adelante con apoyo de su familia y colaboraciones voluntarias. “Normalmente usamos imágenes que tengan que ver con la cultura, con las costumbres que las personas añoran, como las comidas típicas, las fiestas o los juegos tradicionales”.

Aunque su desafío y deseo es llegar a las adolescencias, la audiencia actual tiene entre 30 y 45 años. “Son personas de una generación que ha migrado, ha dejado de lado sus costumbres y su idioma, entonces al ver en internet el quechua se sorprenden, pero se identifican y comparten”, explica.

“Aunque no ha habido un gran avance, algo se ha logrado en el fortalecimiento de los idiomas originarios del Perú. Veo a muchas personas más formidables en su identidad cultural porque ahora ya no es solo Quechua Memes o ciertas personas que enseñan. Ahora puedes encontrar diversas publicaciones y de alguna manera todo este trabajo está fortaleciendo la identidad y está haciendo reflexionar a las personas que habían dejado de lado sus costumbres, su idioma. Algunos están reaprendiendo su lengua o quieren aprender a escribirla ya que solo la hablan. La lengua materna es muy importante en cualquier hablante porque es tus orígenes, es la identidad.”

“Este es un buen juego”, dice la publicación de Quechua Memes.

 

UNA LENGUA QUE TAMBIÉN SE PUEDE TWITTEAR

En el Valle de Tlacolula, México, un adolescente toma su tablet y escribe un tweet en zapoteco. Acompaña con una foto de su escuela y publica. En Estados Unidos, un alumno del Haverford College lo lee con entusiasmo, retwittea y pone me gusta mientras intenta entender el texto. Si no lo descifra, pregunta “¿qué dice?” y comienza un intercambio con el joven zapoteco, que aprendió hace poco a escribir en su lengua materna y está ávido por compartirla.

***

Felipe López, poeta zapoteco, y Brook Lillehaugen, lingüista estadounidense que enseña la gramática de las lenguas zapotecas en una universidad, se preguntaron: ¿por qué alguien querría escribir en una lengua que nadie va a leer? ¿por qué alguien aprendería a leer un idioma que (casi) nadie escribe? Para salir de esa encrucijada en 2016 iniciaron el proyecto Voces del Valle, que conecta, a través de Twitter, a hablantes de zapoteco de una escuela secundaria de Oaxaca con lectores voluntarios –estudiantes de lingüística en Estados Unidos–.

En el Valle de Tlacolula casi todos hablan zapoteco, pero casi nadie lo escribe. Felipe es uno de los pocos escritores de su región. Él nació en San Lucas Quiaviní, Oaxaca, y creció hablando únicamente zapoteco. A los 16 años migró a Estados Unidos y aprendió a hablar inglés y, más tarde, perfeccionó el español, idioma del que tenía una noción. Estudió un doctorado en desarrollo regional pero desde hace veinte años trabaja en proyectos para proteger la lengua zapoteca. En 1999 lanzó, junto a otros autores, un diccionario trilingüe y desde entonces publicó varios cuentos y poemas. “Yo no pensé en mi idioma hasta que llegué a Estados Unidos. Allí por distintas experiencias reflexioné en mi identidad como zapoteco y en mi lengua. Veía a muchos migrantes que ya no le enseñaban el zapoteco a sus hijos y temí que así se iba a exterminar, por eso comencé a buscar lingüistas que me ayudaran a mantener la lengua viva”. Desde 2011 tiene también un blog y perfiles en redes sociales en los que difunde el zapoteco.

 

“Llegué ahí, crecí ahí. ¿Quién soy? Hablo el zapoteco, pero puras personas sordas habitan ahí”, dice uno de los poemas de Felipe López, que migró a Estados Unidos a los 16 años.

 

Con el deseo de formar jóvenes que sean líderes comunitarios en la promoción de la cultura y la lengua comenzó junto a Brook Voces del Valle. En 2016 participaron de la iniciativa ocho estudiantes de la institución CETis 124 de Tlacolula de Matamoros y desde entonces el proyecto se repitió cada vez con más participantes (24 en el último grupo). La iniciativa no se trata solamente de brindar las herramientas necesarias para que publiquen en su lengua (como la conexión a Internet –que fue provista por la escuela– y las tabletas –que fueron donadas por la Universidad–) sino de garantizar lectores. Y ahí entran en juego los estudiantes que toman la clase de gramática zapoteca de Brook. “Creo que los motivos que los hacen participar son el interés en la lingüística y una cuestión de justicia social”, comenta la docente.

“El proyecto ha tenido un crecimiento muy orgánico y los jóvenes lo sintieron como parte suya. Inclusive después de que se gradúan siguen twitteando y ellos escogen qué es lo importante para su cultura, qué es lo que quieren decir”, relata la lingüista. “El director de la escuela nos había dicho que había muchos jóvenes que hablaban el zapoteco pero que tenían vergüenza de hacerlo en el recinto porque porque no era muy bien visto. Pero ahora ven a su lengua con orgullo”. Felipe celebra: “Inclusive ya hay un maestro que ha comenzado a aceptar los trabajos escritos en zapoteco. Por el momento es una sola clase, pero es un gran logro”.

“Los jóvenes escuchan mucho los mensajes de que el zapoteco no es una lengua, o que es algo del pasado, o que solo sirve en el pueblo, pero creo que después de esta experiencia pueden contestar que sí es una lengua, se puede escribir y hasta es posible comunicarse con ella en Twitter”, concluye Brook.

 

Tweet de uno de los participantes del proyecto Voces del Valle.

INTERNET: ¿OBSTÁCULO O HERRAMIENTA?

Tanto Felipe como Marisol forman parte de la red de Activismo Digital en Lenguas Indígenas, que nuclea proyectos que utilizan las tecnologías digitales para revitalizar y mantener vivas sus lenguas. Las iniciativas son diversas: desarrollo de aplicaciones, adaptaciones de navegadores o plataformas a un idioma en particular (como la traducción al zapoteco de Miahuatlán de Mozilla Firefox o la versión guaraní de Wikipedia) y la promoción de la lengua por medio de podcasts, canales de youtube y perfiles en redes sociales.

Esta red es una iniciativa de Rising Voices, proyecto que inició en 2007 como un brazo de Global Voices, organización sin fines de lucro que había sido fundada tres años antes por blogueros de distintos países en la Universidad de Harvard. Además de mantener el sitio web que funciona como un directorio de iniciativas de la región, realizan encuentros anuales para compartir aprendizajes y experiencias.

Muchos investigadores ven a Internet más cercano a una amenaza que a una herramienta para las lenguas minoritarias por ir de la mano de la globalización y por el poco interés que demuestran las empresas de medios en generar contenidos en otros idiomas que no sean los 10 más representados (que, según un informe, dominan el 87 por ciento de la web). Sin embargo, entre los grupos activistas ven al uso de los nuevos medios como un acto de resistencia, de generar un espacio para su lengua.

“Las principales barreras para las lenguas son las políticas públicas negativas y también el racismo y la discriminación histórica. Pero creo que lo valioso de este trabajo es que estamos yendo desde abajo hacia arriba: no necesitamos que nos validen porque lo estamos haciendo nosotros mismos”, dice Felipe. Y agrega: “Las redes sociales están permitiendo que la comunidad indígena intente contar su propia historia, desde su perspectiva, no desde afuera. Porque ellos son los que escogen qué decir, qué es lo que hacen y en su lengua.”

“Según la escala de vitalidad y peligro de las lenguas de la UNESCO, entre los factores que determinan la salud de una lengua se incluyen la transmisión intergeneracional, la respuesta al uso en nuevos medios, y las actitudes de la comunidad. Este trabajo realmente puede desempeñar un papel para garantizar que los idiomas perduren, dado el lugar central que la tecnología e Internet desempeñan en la vida de la próxima generación de hablantes”, expresa Eddie Ávila, director de Rising Voices. Brook coincide: “Cuando la nueva generación de zapotecos estén en internet van a ver que su propia lengua ya está representada. Por eso pensamos que este proyecto, además de ser beneficioso ahora, será beneficioso para la próxima generación”.

Los activistas digitales que deciden utilizar sus idiomas en línea se enfrentan a diversos desafíos: la imposibilidad de usar los caracteres de su alfabeto en una computadora o dispositivo, la falta de acceso a Internet en áreas rurales y la dificultad de acceder a la tecnología, que sigue siendo costosa, son los principales.

“La tecnología no es una panacea que resolverá mágicamente el problema de la pérdida del idioma: es simplemente una parte de un enfoque que incluye investigación académica, cursos de idiomas e inmersión, y formulación de políticas públicas y privadas a nivel local, nacional e internacional”, analiza Ávila. “La revitalización del idioma es un proceso a largo plazo, pero debe comenzar en algún lugar y el activismo digital en lenguas indígenas puede ser uno de ellos”.

 


La imagen principal es un diseño de Rodrigo Carús realizado para el primer Encuentro de Activismo Digital en Lenguas Indígenas en 2014.